miércoles, 9 de junio de 2010

A hard night's day.

El despertador hace su entrada triunfal una vez mas, 4:30 am es la hora neón que marca su cuerpo de plástico y vidrio, el ruido infernal desatado por el pequeño hombrecillo se detiene cuando una mano somnolienta torpemente presiona su botón de apagado, el sol todavía no sale e inclusive los pájaros, amantes de la mañana que están en las cercanías se quejan de que los molesten tan temprano. "Daría mi vida por 1 hora mas" es lo único que el muchacho puede pensar, pero bueno, un día mas de arduas labores comienza y una ducha fría está lista para llevarse el calor y la pereza. Una navaja lucha contra la cara y las telas envuelven al cuerpo con lo que la gente común llama decencia. El ritual del desayuno es ignorado de nuevo y reemplazado por el ritual del largo camino al trabajo, ya saben, ése en el cual, el tráfico, la prisa y el malhumor del poco descanso crea las imágenes más graciosas de gente gritando el infortunado futuro de aquél que se le atraviese o piense en demorarlo más de lo que ya está, y en el cual uno presencia el fenómeno de las miradas de odio y desesperación de las madres escolares que llevan dentro de una minivan a 10 niños vueltos locos debido a toda la azúcar que ingirieron en sus platos de cereal , parecen salidos del mismo infierno de Dante, (eso se buscan las señoras por quererse ver bien en la junta de vecinos) . Pero bien, no todo es desgracia en la travesía hacia 9 horas de esclavitud, que disfrazamos con el nombre de "jornada laboral", las lagañosas luces del amanecer empiezan a ser parte de la rutina pero por suerte ninguna es igual. Tampoco falta el DJ perdido de la radio que decide poner algo bueno para variar (puede que solo sea suerte) y así poder disfrutar mis oídos en la mañana, y gracias a Dios los tránsitos no son madrugadores, eso es un graaaan extra cuando vas un poco tarde y tienes que acelerar como con road rage de un taxista neoyorquino. Después de éste tipo de viaje siempre es agradable ver el final del camino, así me siento al entrar al estacionamiento de la empresa.

Supongo que vivir un cliché siempre se disfruta y creo que no hay mejor cliché para empezar el día como escuchar el blip de la maquina de reloj al pasar la tarjeta, entrar a la oficina, saludar a la secretaria con un "Buenos días Lucia" y pasar de largo a servir una grande y gorda taza de un buen café. Aunque seria mejor haberse quedado en casa.

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